Fuente: cano, estrada, page y zent / permanencia y uso contemporáneo

A las y los especialistas rituales calendáricos, esto es, a quienes tienen como sagrada misión el conocimiento, uso y manejo del calendario sagrado Cholq’ij, se les denomina con la palabra k’iche’ ajq’ij, compuesta del prefijo aj- que denota oficio o facultad de hacer algo, y q’ij, que, como se dijo, significa “día”, “sol”, “tiempo” (Sac Coyoy, 2007: 3). Frecuentemente ajq’ij se traduce como “quien cuida/guarda los días, el tiempo” o “el/la contador/a de los días”; en la literatura inglesa se ha traducido como day-keeper (guardián de los días). En la zona ixil a los especialistas calendáricos se les denomina aaq’ii y de acuerdo con investigadores del Centro Cultural Ixil de la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala, este vocablo se compone de aa, “autoridad, vara”, y q’ii, “día, sol”; se traduce como “quien lleva los días”.28

Las personas que fungen como ajq’ij tienen una gran trascendencia en la transmisión, conservación y práctica de la espiritualidad y la cosmovisión maya. Como se comentó, en términos muy generales, su quehacer se basa en el cálculo de la cuenta del Cholq’ij y la comprensión de los 20 Alaxïk que conforman este sistema calendárico de 260 días. Para poder llevar a cabo su labor, deben conocer profundamente la influencia de cada uno de los Alaxïk y su combinación con los 13 numerales en procesos —de salud, emocionales, organizativos, espirituales, políticos, sociales, económicos, relacionales— colectivos e individuales.

Los y las ajq’ijab pueden indagar en los “dones” o características especiales con los que nacen quienes tienen potencial para desarrollar actividades rituales o curativas. En múltiples ocasiones, tal como sucede en una gran cantidad de sistemas etnomédicos, la persona que no desarrolla sus dones, los comparte y/o potencializa para el bien común padece una serie de aflicciones que generalmente le llevan a aceptar su misión (Tedlock, 1982; Médicos Descalzos, 2012) y comenzar su aprendizaje con otro/a especialista, a través de sueños o de diversas vías

Los ajq’ijab son las personas reconocidas como especialistas en comprender, conocer y contactar las fuerzas espirituales para acompañar y resolver tanto procesos de salud física, mental, energética o espiritual, como situaciones familiares, colectivas, políticas o de cualquier otra índole que tenga la persona, colectivo, familia o pareja que le consulta y puedan estar causando desequilibrios, padecimientos y sufrimientos;30 cumplen funciones sociales, culturales y simbólicas de suma importancia (Tedlock, 1982; Gabriel, 2000; Molesky, 2006; Juárez y Puac, 2008); acompañan procesos organizativos, médicos, sociales, culturales y políticos a través de la realización de ceremonias y otros procesos rituales. De acuerdo con la misión que traen asignada desde su nacimiento, hay diversos tipos y especializaciones de ajq’ij. En los espacios de socialización intercultural, se les nombra “guías espirituales mayas” como una forma de distinguir su práctica de otros procesos religiosos y enfatizar su quehacer como parte de la salud espiritual colectiva; pueden ser hombres o mujeres y prácticamente no existe una edad límite para iniciar su camino de aprendizaje; incluso se nos ha referido que, en comunidades tradicionalistas y alejadas, niños en edad escolar y preescolar comienzan a ser formados y reciben su vara’/patan samaj a edades muy tempranas.

El proceso de aprendizaje o “formación” —como comúnmente se denomina en español— de un ajq’ij está marcado por la realización de discernimientos rituales, que generalmente son precedidos por circunstancias adversas en su vida, símbolo de la misión o don que poseen. Este aspecto se encuentra generalizado en el ámbito etnomédico y ritual mesoamericano y marca substancialmente a quienes son ajq’ijab o médicos mayas por nacimiento, de quienes han estudiado por capacitación de organizaciones o en contextos académicos (Consejo Mayor de Médicos Maya’ob por Nacimiento, 2016).31

Cuando se ha descubierto la q’ij Alaxïk (o misión sagrada) como fuente de los diversos padecimientos y sufrimientos que tiene una persona, el o la ajq’ij consultado o algún otro comienza el proceso de sanación de la persona enferma. Generalmente inicia con la aceptación del q’ij Alaxïk, que marca la necesidad de ayudar a otras personas a través del conocimiento calendárico y la práctica médica en la curación de enfermedades específicas, dependiendo de la especialidad médica con que haya nacido (Médicos Descalzos, 2012: 5). Para conocer cómo desarrollar sus dones y bajo qué especialidades médicas debe desarrollarlos, el o la futura ajq’ij buscará el consejo de los especialistas que existan en su contexto cultural específico o que estén en posibilidad de enseñarle.

Frecuentemente, el descubrimiento de la vocación por el discernimiento a través de los Alaxïk de nacimiento se encuentra acompañado de otro tipo de señales y eventos sobrenaturales. Siempre existen sueños recurrentes en los que la persona con “don” recibe visitas, paquetes, enseñanzas, consejos y/o palabras de personas con apariencia antigua o que les explican con claridad cuál es su misión y cómo deben llevarla a cabo. Además, según han sistematizado los Médicos Descalzos de Chinique (2012), en el Quiché existen síntomas del q’ij Alaxïk reflejados en señales corporales y manifestaciones físicas o somáticas, sensoperceptivas (“alucinaciones” visuales y auditivas por escuchar y ver a “los abuelos”),32 del comportamiento, emocionales o trastornos de sueño.

El quehacer de los/as actuales ajq’ijab se ha conformado de manera distinta a las especialidades rituales y etnomédicas que existían tradicionalmente (Piazza, 2012). Se han reportado diferencias entre las prácticas de “las y los nuevos ajq’ijab” con las de curanderos, chamanes o rezadores tradicionales, y hay quien afirma que estos últimos conservan un carácter mucho más íntimo y sobre todo, con reminiscencias de sincretismo católico (Piazza, 2012). En contraste, la nueva vertiente de ajq’ijab, sobre todo quienes se encuentran más sumergidos en procesos de reivindicación, rechazan la presencia de elementos católicos en sus ceremonias y rituales, argumentado que reflejan el colonialismo religioso al que se ha sometido a la cultura y tradición maya

Hemos observado el quehacer ritual e intercambiado ideas e información con ajq’ijab tz’utujiles, k’iche’s, kaqchikeles, ixiles, mames y q’eqchi’es en el norte, occidente y altiplano central de Guatemala. Estas pláticas y espacios nos han enseñado que esta “nueva” vertiente de ajq’ijab no es un conglomerado homogéneo que comparta las mismas características. Por el contrario, se trata de una colectividad heterogénea, que si bien se agrupa —un tanto artificialmente— bajo la misma denominación en función de su especialidad calendárica, se constituye de especialistas médicos y rituales con características diversas, resultado de su adscripción etnolingüística, historia familiar y colectiva, especialidad médica de nacimiento, participación en procesos políticos, de revitalización o reivindicaciones culturales, procesos de aprendizaje, profesión u ocupación e interacciones con otros especialistas locales.

Así nos encontramos con una profesión marcada por múltiples implicaciones, interpretaciones y dimensiones simbólicas. Aunque algunos detractores consideran que la figura del ajq’ij tiene mucho de reinvención, el trabajo de las y los actuales ajq’ijab puede dilucidarse mediante estudios arqueológicos, etnohistóricos y etnográficos (Molesky, 2006). Se ha relacionado este vocablo con los especialistas rituales llamados aj-k’in, encontrados en registros en la región Puuc; los actuales ajq’ijab pueden ser encontrados en referencias coloniales como los “guardianes de los naguales”. Aunque el vocablo en sí no se ha encontrado en registros arqueológicos, se sabe que el oficio de especialistas calendáricos está registrado desde el Preclásico (Piazza, 2012)